Publicado el 1 comentario

Crónica de voluntaria de 16 años de la Ultramaratón de la Vida

Crónica Ultramaratón de la Vida 2016

En esta ocasión queremos publicar una crónica que no es nuestra, sino de Paula, una chica de 16 años que estuvo de voluntaria en el avituallamiento 3 de la UMDV (Ultramaratón de la Vida) en la pasada edición 2016. Solo la tenéis que leer para saber por qué queremos compartirla:

“Hoy es 10 de diciembre de 2016 y podría haber sido un sábado como otro cualquiera, en el que hubiera asistido al entreno y después, hubiera pasado la tarde estudiando filosofía, o quizás matemáticas. No sé, no dejo de pensar en que hay veces que cosas pequeñas y aparentemente insignificantes hagan que no pueda incluir un día como hoy en la lista de “un sábado más”.

Estoy sentada delante del ordenador, intentando encontrar las palabras que se ajusten a lo que quiero expresar. Me gusta escribir, me gusta la versatilidad de las palabras, poder jugar con ellas. Incluso a veces, se esconden para que no pueda encontrarlas y me paso horas y horas buscando a las dueñas del universo, aquellas que ahora me permiten decir esto.

Aquí comienza mi relato de “este no es un sábado más”:

Pi-pi-pi. Esta mañana mi fiel compañero se ha vuelto a no olvidar de mí, eran las cinco de la mañana, hora de levantarse. Me incorporé aturdida y somnolienta, como cada mañana; hice el desayuno y me vestí rápidamente intentando que mi acérrimo enemigo, el frío, no ganase la partida. Pronto abrió los ojos mi hermana y en poco tiempo, bajaron mis padres. Antes de que me diese cuenta, estábamos saliendo por la puerta, dirección Sanlúcar de Barrameda.

Llegamos en una hora aproximadamente y esperamos a que llegara el material para montar el puesto de avituallamiento. Para ser sincera, sólo pensaba en una cosa en esos momentos, ¿qué hago yo aquí?

Una vez recibido todo y el puesto montado, sólo quedaba esperar. En esos instantes, el sueño comenzaba a alejarse de mis pensamientos y me comenzaba a maravillar por las espléndidas marismas de las que estaba rodeada, mientras comenzaba a vibrar ese ambiente único e inefable del deporte y la solidaridad, junto a un tema tan conocido como “Highway to hell…”

Ya lo sé, no me puedo quejar de lo que teníamos allí montado, soy consciente de ello. Pronto los agobios por tener que estudiar se fueron disipando y sólo deseaba que llegarais ya. Quería ver vuestras caras, saber vuestros nombres, gastar bromas, reír, ayudar, animar. Me gusta ver a cualquier deportista porque siempre van con el “traje puesto”. Sí, sí, lo que oís; el traje de deportista. Y no me refiero a las mallas, a la camiseta, a la visera, al bote, que va… Me refiero a la sonrisa, me gusta ver a deportistas con esa tarjeta de identificación, deportistas de día completo, deportistas en sueños y de ensueño. En fin, como dice mi profesora de lengua Carmela, sois unos monstruos y seguro que si ella os viera se subiría a la mesa y se arrodillaría ante vosotros, y es que por gente así merece la pena levantarme a las cinco.

He estado unas cuatro horas en el punto de avituallamiento, he visto muecas de cansancio, piernas doloridas, quejas por las piedras del camino, etc. Pero sobre todo, he visto sueños, risas, lágrimas, gritos, bailes, ánimos… He visto momentos que me han emocionado, muchos. Eduardo, tú eres parte de uno de ellos, aquel abrazo con mi padre estaba cargado de magia; y puede parecer una tontería pero me pareció un momento precioso. Te quiero dar las gracias por darnos un empujoncito a todos, porque a veces nos hace falta alguien que nos guíe, que nos facilite el camino. Todos hemos pensado mil veces en donar órganos y la importancia de ello, pero nunca damos el paso, quizás por miedo, quizás por desconocimiento o desinterés o flojera, no lo sé; pero tú nos das la oportunidad de colaborar, de afrontar la realidad por dura que sea, de no cubrirnos los ojo con la venda de la incumbencia, porque como dicen “¿Quién sabe si mañana puedes ser tú quien lo necesite? Así que gracias por despertar lo mejor de todos nosotros. A ti y a todos.

He visto compañeros esperándose entre ellos, alguno que otro con susto incluido. He observado más de uno pidiendo cerveza, otros chicharrones, es algo que siempre me hace mucha gracia y tenía que decirlo. He notado la calidez del ambiente, cada grito de ánimo, cada mirada de “Hoy sí, tu puedes”. He animado a Cristina Cadenas, todo un ejemplo en todos los aspectos y a la que tengo una profunda admiración, al igual que a Jonathan. He conocido a una pareja que iba de “Ruta de la tapa”, se disponían a pararse en todos bares a por una cerveza. He podido conocer muchas personas, muchas historias, muchos sueños; pero he tenido el privilegio de verlas a todas ellas en una misma dirección, luchando por una misma cosa. Es entonces cuando creo que quizás podamos seguir teniendo esperanza en la humanidad, mientras haya gente como vosotros. Por cierto, siento no acordarme de vuestros nombres, lo siento de verdad; aunque he de decir que me acuerdo de todas vuestras palabras, gestos y sonrisas.

Y cómo no hablar de SUPERPACO, hoy lo he conocido. Atónita me he quedado, ante cosas así sólo queda echarse a un lado y quitarse el sombrero. Sólo queda disfrutar de tal magnificencia. Eterna admiradora suya.

Crónica Ultramaratón de la Vida 2016

He podido ver como a veces querer no es poder. Creo que ella sabe a quién me refiero, se llama Estrella, y venía de vuelta con nosotros en el coche. Estrella tiene artrosis y esta vez su cuerpo ha ganado el round, pero no la batalla. Me ha demostrado la otra parte del deportista (que no por eso se quita la sonrisa), me ha enseñado cómo hay que levantarse y seguir luchando. Estrella, la próxima te espero en la meta, esta vez sí que sí.

Una vez terminado el avituallamiento, nos dirigimos a meta con nuestra nueva compi Estrella (de la que no me pude despedir, así que desde aquí le mando un enorme abrazo). Nos teníamos que ir pronto porque necesitaba volver a casa para estudiar, aunque puedo asegurar que por aquel entonces ni me importaba. Pero hay que hacer lo que se debe, aunque no sea lo que se quiera. Nos despedimos de Eduardo y justo antes de irnos entró un hombre en meta, me acuerdo perfectamente de él. Recuerdo cómo cruzó la meta llorando y besando la foto de su hijo. Aquel hombre había donado los órganos de su hijo, que habían salvado siete vidas. Pronto noté como mis ojos se humedecieron, y lo siguen haciendo cada vez que lo recuerdo. Hace falta mucha fuerza para hacer eso, así que desde aquí le digo que gracias por dar vida, gracias por dar sueños. Que dicen que sólo se muere con el olvido; así que le puedo prometer que su hijo siempre seguirá vivo, en todos nosotros.

Quizá hoy no he podido estudiar filosofía y tampoco matemáticas, pero he aprendido muchas cosas. Y seguramente, cuando me pregunten que qué es la felicidad mi respuesta sea diferente a la que hubiese dado ayer. La felicidad es poder veros a todos sonreír y luchar por aquello que queréis. Y seguramente, cuando me pregunten cualquier operación matemática dudaré antes de responder, porque hay veces que uno también puede ser siete, porque quizás uno puede ser todo que quiera ser.

Así que ahora que ya estoy en casa, me siento insignificante. Me siento tan pequeña después de haber estado rodeada de tanta grandeza… Y vuelvo a recordar esta mañana, cuando no tenía ganas de levantarme a las cinco porque tenía sueño, cuando me quejaba porque me dolía el hombro… Gracias por devolverme a la realidad, porque hoy todos y cada uno de vosotros ha llenado mi corazón, y mi memoria, nunca os podré olvidar. Hablan de superhéroes de cómics, pero yo los veo en días como hoy. Gracias por regalar vida con vuestro disfraz de deportistas y las zapatillas de deporte en la mano. Gracias por no hacer de mi día “un sábado más”.

Esta ha sido la crónica ganadora de la UMDV 2016, extraída del Facebook de Ultramaratón de la vida.

Con estas palabras, valores y pureza teníamos que salirnos un poco de nuestra línea para que su crónica llegara a más gente. Gracias Paula.

 

Otros posts que puedan ser de tu interés:

Publicado el 2 comentarios

Donde todo empieza

Donde todo empieza

Llevo toda la semana dándole vueltas al post de hoy… Cómo lo enfoco, qué cuento, cómo lo hago… Y corriendo esta mañana, sonaba en mi mp4 una canción de Fito que dice: “…Donde todo empieza” y ahí ha sido cuando la inspiración ha venido a visitarme.

Pues bien… ¿Dónde empieza mi locura por correr? Pues como en las películas más románticas: todo por amor (y qué bonita forma de empezar, ¿no? ;))

Hace 6 años conocí al que hoy es mi marido, José Manuel (aunque todos le llamen Petuko). En nuestros inicios me preguntó: -“Rocío…. ¿Nos apuntamos al Duatlón Cádiz? Se puede hacer por parejas. Tu haces la carrera y yo hago la parte de bicicleta”- Y ahí estaba yo… viendo su cara de emoción tras su propuesta y yo, que no había corrido en mi vida (exceptuando los Test de Cooper que me obligaban a hacer en el colegio), delante de uno de los retos más importantes a los que me he enfrentado; y no por su dureza (porque no fue dura), sino por el simple hecho de salir de mi zona de confort y darle un cambio de sentido a mi vida.

No supe decirle que no. Y así fue.

Tenía solamente un mes para prepararme medio en condiciones una carrera de 5 kilómetros. Recuerdo que trabajaba en comercio, horario partido, y buscaba los huecos para salir a correr: mediodía. Aquí en Cádiz tenemos la suerte de que nuestro clima y nuestras vistas son espectaculares; así que comenzar a correr, partiendo de la nada, se hacía cuanto menos “duro”. Pasaban los días, seguía entrenando. Mi objetivo: llegar a la meta; sin más que disfrutar y probar por mí misma qué se sentía al cruzarla.

Y llegó el día. Aún recuerdo cómo se me secó la boca y no podía ni hablar. Los nervios se me habían metido hasta el tuétano (a día de hoy, me sigo poniendo nerviosa antes de las carreras… ¡No lo puedo remediar!). Recuerdo hasta qué ropa llevaba: una camiseta de algodón…. (Sí, sí, algodón), unas calzonas nuevas que compré para esa carrera, sin Garmin ni reloj que contara mis kilómetros, y muchas, muchas ganas.

 

 

Dorsal Duatlón Cádiz

Tras la charla técnica sobre cómo se hacían los relevos, me tocaba hacer la primera parte (la carrera), así que me puse en el arco de salida. -“3… 2… 1… ¡Pistoletazo!”– Y ahí que salieron todos corriendo como pollos sin cabeza y luego estaba yo… Y pensaba -“¿Pero dónde me ha ‘metío’ este chiquillo?-“ Por momentos, me iba quedando sola; hasta quedarme con el hombre escoba…. No pasaba nada… Siempre lo he tenido claro: Yo, a mi ritmo 😉

Iban sumándose los kilómetros, y aunque solamente eran 5 (y hoy los corro sin problema) aquel día me pareció una eternidad -“¿Dónde está la llegada dios mío de mi alma?- Lagrimitas de emoción cuando vi ese arco de meta y él esperándome allí. Esprinté como buenamente pude (y lo que mis piernas pudieron dar de sí) y corrí para abrazarle.

 

 

Duatlón de Cádiz

Había llegado, por fin. ¿Sabéis la chispa de cuando ocurre algo por primera vez? Pues ese día ocurrió, MAGIA, en mayúsculas. Había conseguido llegar, había conseguido superarme y le había hecho feliz… Nos hicimos felices mutuamente.

Y desde entonces, no he parado de marcarme metas hasta el día de hoy. Lo que empezó con una carrera de 5 kilómetros, ha dado paso a medias maratones, duatlones y triatlones. Y sinceramente, no soy especialmente buena, pero en ganas no me gana nadie 😉

Como veis, todo tiene su punto de partida, su proceso, su desarrollo… Su MAGIA. Creo que el secreto de todo en esta vida es desearlo con todas tus ganas; y la fuerza de voluntad y las ganas actuarán sin darte cuenta. Sé siempre la mejor versión de ti mismo.

Y sin darte cuenta, un día de estos serás tu quien me cuente su primera meta. ¿Qué tal si te apuntas a tu primera carrera? ¿Qué tal si lo haces por amor (como yo)? o ¿qué tal sin te apuntas con unos amigos? Sobretodo… ¿Qué tal si te retas? 😉

Los martes seguimos entrenando para conseguir más metas ¿Te animas? 🙂

 

rociopetuka@trailrunner-store.es

Publicado el Deja un comentario

Al otro lado de la meta en el Trail Virgen de las Piedras

Trail Virgen de las Piedras Villaluenga 2017

Desde siempre me ha gustado la competición en cualquier disciplina que practico, es más, creo que es necesario competir para seguir entrenando con regularidad a un cierto nivel y tener una motivación. Cuando tomas la salida, ya sea en una media maratón, triatlón, travesía a nado o cualquier otra prueba deportiva, piensas en una estrategia a seguir durante la misma, si estás bien colocado en la salida, qué vas a tomar en cada avituallamiento o quién toma la salida junto a ti que tenga tu mismo nivel. Piensas en las horas que has empleado para prepararte dicha prueba y el sacrificio que has tenido que hacer tú y tu familia para que estés ahí, en esa línea de salida. Todos esos pensamientos te hacen sacar lo mejor de ti y eso está muy bien, pero hay mucho más al otro lado de la meta.

Este pasado sábado en el Trail Virgen de las Piedras en Villaluenga del Rosario, estos pensamientos y estas sensaciones me cambiaron para siempre. No es que dejé de sentir eso, porque creo que es inevitable y necesario, pero me di cuenta de la importancia que tiene la labor que hacen otras personas y la responsabilidad que soportan estas para que tú estés en esa línea de salida que hablamos.

Trail Virgen de las Piedras Villaluenga 2017

Este pasado sábado en Villaluenga no crucé la línea de salida, me hubiera encantado ya que la carrera así lo merecía. En ese momento que dieron el pistoletazo estaba a unos pocos kilómetros de la salida, estaba en un avituallamiento junto con otros compañeros y ayudando a nuestros amigos Alex e Ismael, organizadores del evento.

La jornada empezó desde temprano saliendo desde San Ferrnando después de pasar por la tienda para recoger carpa, mesas y banderas. Después de una hora y media de carretera, llegamos al pueblo de Villaluenga unas pocas horas antes de la salida. Una vez allí nos reunimos con los compañeros de club, más amigos, risas, muchos nervios en el ambiente, cafelito y a ponernos en marcha. Salimos en busca de Alex e Ismael que están atacados atendiendo a todo el que lo necesitara y ultimando mil detalles antes de la salida. Por nuestra parte, nos dan las indicaciones para cargar la furgoneta y dejarlo todo listo para partir hacia el avituallamiento.

No sé cuántos litros de agua, otros tantos de bebida isotónica, coca cola, plátanos, melón, chocolate y frutos secos, hoja de control y luces.  ¡Eso solo para nuestro avituallamiento! Quedan cuatro avituallamientos más. Ahí me surgió mi primera duda:¿cómo pueden mover todo esto a lo largo de 31kms que recorría la carrera? ¿Habrá suficientes voluntarios para cada avituallamiento y repartir tanta cantidad de agua y comida? Me limito a cargar la furgoneta y partir dirección al Puerto del Boyar.

En un principio somos tres personas para atender ese segundo avituallamiento de carrera. Una vez que llegamos al puerto había otra compañera, y un rato más tarde llegaron otros dos amigos. Un total de 6 personas para atender a más de trescientas que pasaban por ese punto, no lo veía claro, pero bueno, a ver que salía de ahí. La salida se daba a las 21:30 desde Villaluenga, a las 21:45 estaba todo listo, vasos llenos, fruta y chocolate cortado, luz colocada, un poco de música y a esperar al primer corredor.

Durante la espera estábamos algo nerviosos, queríamos que saliera todo bien, queríamos que cada corredor saliese satisfecho de ese avituallamiento y con algo más de fuerzas y ánimos de antes de pasar por nosotros.

Por fin se ve llegar la luz del primer corredor, está todo dispuesto, colocado al detalle y de la manera más cómoda para que el corredor no se tenga que parar si no quiere. Y así fue, el primer corredor pasó y casi ni lo vimos. Tuvo que pasar unos cinco minutos para ver llegar al segundo corredor y, pegado a él, el tercero y el cuarto. Estos sí se pararon y pudimos hablar con ellos, atenderlos, ofrecerle lo que había en las mesas y reponer sus bidones.

Cuando estás ahí detrás en esa posición, quieres que el corredor esté a gusto, que se sienta bien, quieres notar que el corredor sale satisfecho y si puede ser con una sonrisa pues mejor. Pero ¿por qué? ¿me dan algo por eso? ¿les conozco para tratarlos así? ¿que hago aquí perdiendo el tiempo con esta gente pudiendo estar compitiendo o entrenando, o pasando el día con la familia? En ese momento esos pensamientos ni se me pasan por la cabeza, y os aseguro que a mis compañeros de avituallamiento del Trail Virgen de las Piedras tampoco.

Siguen llegando corredores y el avituallamiento se convierte en un caos controlado. La mayoría querían liquido, cogían fruta, se le rellenaba el bidón que traía, los dos o tres bidones o los tres bidones y la bolsa de hidratación que lleva a la espalda. Intentábamos atender a todos y cada uno, no queríamos que nadie perdiera más tiempo del necesario. Dábamos ánimos a todos los corredores, tanto el que iba justo de fuerzas como el que iba sobrado, nos hacíamos fotos con la gente conocida, con amigos y con familiares que estaban ahí dándolo todo en la carrera.

Avituallamiento Trail Virgen de las Piedras

Cada corredor lo estaba dando todo, se estaban dejando las piernas en cada subida y en cada bajada técnica. Dándolo todo al igual que nosotros, mis compañeros de avituallamiento, como los otros cuatros avituallamientos más que había montado, al igual que todos los voluntarios. Voluntarios colocados en los puntos conflictivos para que nadie se perdiera, voluntarios que colocaron las balizas y las recogieron cuando todo terminó y voluntarios para que la carrera se pueda realizar, cada uno ofreciendo su mejor sonrisa y sin esperar nada a cambio. Ni si quiera un “gracias” por parte del corredor.

Al cabo de unas pocas horas dejaron de pasar corredores, era hora de recoger todo, dejarlo todo perfecto, tal y como lo habíamos encontrado. Entre todos nos pusimos a recoger con caras de sueño y cansancio pero contentos porque todo salió bien, nos lo pasamos de lujo y no hubo incidencias graves. Vuelta a cargar la furgoneta con las mesas, carpas, banderas y lo poco que había sobrado del avituallamiento. Vamos de vuelta a Villaluenga.

Empezó la jornada a primeras horas de la tarde y terminó para mí a las cinco de la madrugada. A esas horas aún había voluntarios regados por ahí, recogiendo los últimos avituallamientos, recogiendo las balizas y de vuelta de los puntos conflictivos de este Trail Virgen de las Piedras. ¿Tantas horas de trabajo para qué? me vuelvo a preguntar. ¿Dónde está la recompensa de tantas horas empleadas sin protestar? ¿Merece la pena tanto esfuerzo para que no te lo agradezcan? En mi caso, no me hace falta que me agradezcan nada porque viendo las caras de cada corredor pasar por el avituallamiento, viendo las caras de agradecimiento de Alex e Ismael, con eso me sobra para volver a repetir las veces que sea.

Esta experiencia ha sido una de las que más me ha aportado desde que empecé a competir. Me ha servido para darme cuenta de la importancia de cada uno de los voluntarios, de su labor desinteresada. Siempre se dice en todas las competiciones que sin los voluntarios no sería posible una prueba, pero no terminas de valorarlo, no te das cuenta de la importancia que tienen. Por eso, animo a que todo el que compita que alguna vez se ponga en ese lugar, que colabore con una prueba y que se ponga al otro lado. Seguro que cambias tu perspectiva de ver una prueba.

Por mi parte, me ha cambiado la manera de ver la competición y una cosa es segura, y es que nunca me iré de un avituallamiento o un cruce donde haya un voluntario sin dedicar un saludo o un ¡¡GRACIAS AMIGO!!.