
Llevo toda la semana dándole vueltas al post de hoy… Cómo lo enfoco, qué cuento, cómo lo hago… Y corriendo esta mañana, sonaba en mi mp4 una canción de Fito que dice: “…Donde todo empieza” y ahí ha sido cuando la inspiración ha venido a visitarme.
Pues bien… ¿Dónde empieza mi locura por correr? Pues como en las películas más románticas: todo por amor (y qué bonita forma de empezar, ¿no? ;))
Hace 6 años conocí al que hoy es mi marido, José Manuel (aunque todos le llamen Petuko). En nuestros inicios me preguntó: -“Rocío…. ¿Nos apuntamos al Duatlón Cádiz? Se puede hacer por parejas. Tu haces la carrera y yo hago la parte de bicicleta”- Y ahí estaba yo… viendo su cara de emoción tras su propuesta y yo, que no había corrido en mi vida (exceptuando los Test de Cooper que me obligaban a hacer en el colegio), delante de uno de los retos más importantes a los que me he enfrentado; y no por su dureza (porque no fue dura), sino por el simple hecho de salir de mi zona de confort y darle un cambio de sentido a mi vida.
No supe decirle que no. Y así fue.
Tenía solamente un mes para prepararme medio en condiciones una carrera de 5 kilómetros. Recuerdo que trabajaba en comercio, horario partido, y buscaba los huecos para salir a correr: mediodía. Aquí en Cádiz tenemos la suerte de que nuestro clima y nuestras vistas son espectaculares; así que comenzar a correr, partiendo de la nada, se hacía cuanto menos “duro”. Pasaban los días, seguía entrenando. Mi objetivo: llegar a la meta; sin más que disfrutar y probar por mí misma qué se sentía al cruzarla.
Y llegó el día. Aún recuerdo cómo se me secó la boca y no podía ni hablar. Los nervios se me habían metido hasta el tuétano (a día de hoy, me sigo poniendo nerviosa antes de las carreras… ¡No lo puedo remediar!). Recuerdo hasta qué ropa llevaba: una camiseta de algodón…. (Sí, sí, algodón), unas calzonas nuevas que compré para esa carrera, sin Garmin ni reloj que contara mis kilómetros, y muchas, muchas ganas.

Tras la charla técnica sobre cómo se hacían los relevos, me tocaba hacer la primera parte (la carrera), así que me puse en el arco de salida. -“3… 2… 1… ¡Pistoletazo!”– Y ahí que salieron todos corriendo como pollos sin cabeza y luego estaba yo… Y pensaba -“¿Pero dónde me ha ‘metío’ este chiquillo?-“ Por momentos, me iba quedando sola; hasta quedarme con el hombre escoba…. No pasaba nada… Siempre lo he tenido claro: Yo, a mi ritmo 😉
Iban sumándose los kilómetros, y aunque solamente eran 5 (y hoy los corro sin problema) aquel día me pareció una eternidad -“¿Dónde está la llegada dios mío de mi alma?- Lagrimitas de emoción cuando vi ese arco de meta y él esperándome allí. Esprinté como buenamente pude (y lo que mis piernas pudieron dar de sí) y corrí para abrazarle.

Había llegado, por fin. ¿Sabéis la chispa de cuando ocurre algo por primera vez? Pues ese día ocurrió, MAGIA, en mayúsculas. Había conseguido llegar, había conseguido superarme y le había hecho feliz… Nos hicimos felices mutuamente.
Y desde entonces, no he parado de marcarme metas hasta el día de hoy. Lo que empezó con una carrera de 5 kilómetros, ha dado paso a medias maratones, duatlones y triatlones. Y sinceramente, no soy especialmente buena, pero en ganas no me gana nadie 😉
Como veis, todo tiene su punto de partida, su proceso, su desarrollo… Su MAGIA. Creo que el secreto de todo en esta vida es desearlo con todas tus ganas; y la fuerza de voluntad y las ganas actuarán sin darte cuenta. Sé siempre la mejor versión de ti mismo.
Y sin darte cuenta, un día de estos serás tu quien me cuente su primera meta. ¿Qué tal si te apuntas a tu primera carrera? ¿Qué tal si lo haces por amor (como yo)? o ¿qué tal sin te apuntas con unos amigos? Sobretodo… ¿Qué tal si te retas? 😉
Los martes seguimos entrenando para conseguir más metas ¿Te animas? 🙂
rociopetuka@trailrunner-store.es